Mendoza en verano

Arte, buena mesa y bellos jardines

A inicios del 2023 pasamos dos días en Mendoza previo a nuestro viaje a Panamá para tomar un crucero por el Caribe sur, en el que visitamos Cartagena, Aruba, Bonaire, Curaçao y Puerto Limón, antes de cruzar el Canal de Panamá.

La razón: nos resultaba más barata la salida desde la región cuyana que desde Ezeiza.

Para la primera noche elegimos hospedarnos en el conveniente alojamiento ofrecido por Huli. Súper bien ubicado, muy cerca de la Plaza Independencia, este pequeño Bed And Breakfast de solo siete habitaciones es ideal para conocer la capital. Con una decoración moderna, cual siguiendo el lema de la belleza de lo simple, ofrece espaciosas habitaciones y completos desayunos.

Desde allí nos dirigimos a la concurrida Arístides Villanueva para un almuerzo liviano. Elegimos Magnolia, un restaurant con una gran cava, para saborear una palta a la plancha con langostinos y una ensalada de pollo marinado con jugo de naranja.

En la siesta, paseamos por la señorial avenida Emilio Civit hasta el Museo Carlos Alonso, la Mansión Stoppel. La institución cultural inaugurada en el año 2018 alberga la colección de obras del artista mendocino nacido en Tunuyán, y además exhibe exposiciones temporarias de artistas locales. Se trata sin duda de un gran proyecto cultural local.

Muy cerca queda la galería Casa de Arte Piazza. Facundo nos atendió con extraordinaria amabilidad, como todos los mendocinos, para enseñarnos su espacio e invitarnos a la propuesta gastronómica de la casa. La que nos queda pendiente para otra visita a la capital argentina del vino.

Hicimos un necesario stop en Modesto, una cafetería estilo contemporáneo, para reponer, tomar aire y, luego, continuar rumbo al inmenso Parque San Martín, con su Fuente de los Continentes, con su Cerro de la Gloria y su monumental complejo escultórico de manufactura de Juan Manuel Ferrari. Con motivo del Centenario se erigió esta obra que conmemora la gesta emancipadora de América del Sur por el Ejército de los Andes.

Luego de cruzar el centro de la ciudad, pasamos por la bodega Los Toneles, la más céntrica de Mendoza.

En la noche nos esperaba la excepcional cena de pasos de Azafrán.

Al llegar advertimos que todos los comensales hablaban otros idiomas; es quizás el lugar de culto de los extranjeros que buscan la vanagloriada gastronomía local. Por supuesto con una gran cava, luces bien sectorizadas, tonos neutros y la estrella en la decoración: sus propias conservas.

Arrancamos con un petit four salado, dos macarons, uno en una versión de queso de cabra y otro de remolacha. Continuamos con la singular propuesta de mini zanahorias y tierra de sésamo, la reversión de una humita con espuma de provoleta, para luego deleitarnos con la pasta a base de camote y pistachos y el arroz negro con trucha y manzana. La textura del arroz, su sabor con carácter, fue sin dudas el favorito de @tripticity_. Mas antes del principal, el chef Sebastian Weigandt se presentó hasta nuestra mesa invitándonos a degustar la merluza negra. Deliciosa.

Finalizamos con una variante del alfajor de dulce de leche y la reversión de un postre a base de pochoclo dulce y salado. Gran logro de choque de sabores y estructura.

Desde esa noche Azafrán se convirtió en uno de nuestros favoritos de la Argentina.

Ya en la mañana siguiente, luego del excelente desayuno de Huli, era hora de recorrer las plazas mendocinas. La favorita de @tripticity_ fue la España, de estilo andaluz. Luego en la plaza San Martín visitamos el Espacio Contemporáneo de Arte “Eliana Molinelli”. El gran edificio del siglo pasado, en el que funcionaba un banco, resulta magnífico, aunque la exposición temporal que nos tocó en nuestra visita no fue conmovedora.

Continuamos por la plaza Independencia y su Museo de Arte Moderno subterráneo.

Era un día húmedo (impropio del característico seco de la provincia) y el calor se hacía sentir, por lo que decidimos refrescarnos con un tentempié en el Hotel Hyatt, donde el destino quiso que se encuentre la mismísima responsable de su café, la famosa pastelera Maru Botana.

En la tarde nos dirigimos hacia Chacras de Coria, para hacer el check in en el hotel jardín Casa Glebinias, una particular propuesta hotelera a cargo de Alberto y María Gracia. Son siete habitaciones distribuidas en cuatro casas ubicadas en medio de un bosque creado por ellos a lo largo de tres décadas. La cantidad y variedad de especies de ese jardín, la composición de colores de los árboles y arbustos convierten a este hotel boutique en un establecimiento sin comparación. Al ingresar, se siente como algo mágico, hasta irreal.

El nombre Glebinias es una combinación de nombres de dos árboles, gleditsia y robinia.

La calidez de sus dueños, con quienes pudimos compartir una rica charla, de esas que @tripticity_ valora, ese compartir en ida y vuelta, son simplemente regalos de la vida.

Más allá de eso, en verdad todo su personal se esfuerza por hacer sentir al huésped muy especial.

Esta tarde calurosa invitaba a disfrutar del jardín y de la pileta del hotel y así lo hicimos.

En la mañana siguiente, luego de un riquísimo y muy variado desayuno, con huevos, frutas frescas, jugo natural de naranja y las típicas tortitas mendocinas, decidimos hacer una caminata por Chacras de Coria hacia el Museo Provincial de Bellas Artes Emiliano Guiñazú Casa Fader.

Perteneciente a la nueva burguesía de principios de siglo, Emiliano Guiñazú mandó a construir esta casa de fin de semana, la que luego fue donada al Estado para la creación del museo que contiene la mayor colección de obras de Fader, quien también la habitó pues de hecho allí le dio clases a Delia, hija de Don Emiliano. Luego se casaron y vivieron un tiempo en la mansión, hasta que se mudaron a Córdoba por los problemas de salud del artista.

Los notables frescos que ornamentan los muros son de su autoría.

Para nuestra fortuna fuimos recibidos por el increíble guardia Daniel, quien luego de tomar nuestros datos para el registro de visitantes nos invitó a recibir su amable charla instructiva de la mansión y de la obra pictórica que conserva. La pasión y compromiso con la que Daniel nos relató la historia de los propietarios de la residencia nos conmovió, tanto como su correcta y prolija narración sobre los óleos de Fernando Fader. Nos asombramos cuando Daniel nos enseñó el cuarto de baño. Una pileta interior, con un sistema hídrico perfecto, entre bellos murales con imágenes costumbristas.

Al regresar a nuestro hotel jardín disfrutamos otra tarde de pileta bajo el sol mendocino, con ganas de regresar para seguir descubriendo esta increíble provincia que no solo ofrece grandísimos vinos, sino también cultura y gastronomía de primer nivel internacional.