Tren a las Nubes

 La más famosa experiencia salteña

Siendo de Salta nos resulta natural sentir orgullo por los íconos de nuestra cultura y geografía. Son abundantes los ejemplos de nuestros destacados en términos gastronómicos, folclóricos, musicales, y qué decir de lo paisajístico.

Es cierto eso de que los salteños somos pocos modestos al referirnos a nuestra tierra, ya que nos da mucha satisfacción contar con tanta belleza en nuestro entorno. Y la vivencia del Tren a las Nubes forma parte de ese contento.

Para empezar por su historia, por la hazaña que significó su materialización, tanto como por la aventura que representa alcanzar la altura de 4.220 metros sobre el nivel del mar, en el medio de la estoica puna salteña, con sus planicies color cobre y de pequeños yuyos; y por la sobresaliente experiencia que hoy propone el tour de día completo desde Salta.

Es un tren de alta montaña que traspasa y supera las dificultades del paisaje de la precordillera de los Andes. Forma parte del ferrocarril que unía a la ciudad de Salta con Antofagasta en Chile, por el mítico paso fronterizo de Socompa, muy cerca del volcán homónimo, vecino del Llullaillaco.

Es uno de los ferrocarriles más altos del mundo.

El Tren a las Nubes ofrece dos modalidades, sea partiendo desde la ciudad de Salta bajo la variante bus – tren – bus o la que sale directamente desde San Antonio de los Cobres que solo incluye la parte ferroviaria en sí misma.

La primera propuesta es súper completa, un day trip muy entretenido, en el que todo está previsto para la comodidad del visitante.

El tour inicia temprano en la mañana, antes de las 7 horas, para el check in. Resulta clave llevar identificación válida, la que es requerida para poder abordar.

Se utilizan buses cómodos, equipados con baño y servicio de asistencia médica durante todo el trayecto.

Es que las consecuencias de la altura pueden presentarse en cualquier momento, por lo que el equipo del tren incluye enfermeros en cada transporte más una ambulancia que acompaña en convoy durante todo el circuito. Otro dato importante es el cortejo de vehículos 4 x 4 que sirven de apoyo al servicio de traslado.

Más allá de las prestaciones previstas por la empresa para los pasajeros, es importante tomar medidas bien simples para evitar el llamado soroche o mal de altura. Primero, tomarse todo con calma, caminar lento, tratar de no agitarse demasiado, de modo de no someter al cuerpo a esfuerzos. Además, la alimentación liviana resulta fundamental no solo durante la excursión sino también el día anterior.

Además, también es recomendable comprar los caramelos de coca que venden en las paradas del tren que ayudan con el mal de altura, tanto como coquear, práctica ancestral típica del norte argentino que consiste en mantener hojas de coca, en forma de acullico, en la boca, lo cual ayuda a reducir la fatiga y el sueño y a no descomponerse.

Otra sugerencia importante es llevar protector solar y lentes de sol, pues en la altura de la puna se siente y fuerte.

Los buses toman la ruta nacional 51, haciendo una primera parada en Campo Quijano, la localidad que sirvió de campamento base durante la construcción del sistema ferroviario.

Luego, un stop en el Viaducto del Toro en la Quebrada homónima, el puente ferroviario mas extenso del Ramal C-14 para tomarse unas atractivas fotos.

Durante el recorrido, Luciana, la guía bilingüe fue relatando datos sustanciales tanto del tour, del paisaje y de la historia. 

Continuamos hasta la localidad de El Alfarcito. Allí nos aguardaba un desayuno campestre servido por la comunidad local, en el que participan los chicos que asisten al colegio albergue Alfarcito, creado por el inolvidable Padre Chifri.

Es que el tour no se ciñe únicamente al ferrocarril, sino que combina un disfrute de los diferentes paisajes que se atraviesan (las yungas o selva de altura, las quebradas y la puna o desierto en la meseta de altura) y una interacción cultural con las comunidades que allí residen.

Nos deleitamos con una infusión de mate cocido para acompañar las sabrosas colaciones regionales que componen el desayuno, mientras admirábamos la belleza del paraje.

Prosiguió un viaje por la Quebrada de las Cuevas y la llanura de Muñano hasta San Antonio de los Cobres, la capital de la puna salteña.

Desde allí, a las 12 del mediodía sale el tren. Antes de embarcar, nos perdimos entre los puestos para hacernos de recuerdos, colaborando así –mediante nuestras compritas de sweaters y medias de llama- con los locales. La oferta no se reduce a los típicos souvenirs, también se pueden encontrar bien divertidos objetos y fabulosos tejidos. Además, unos bien simpáticos niños ofrecían tortillas calientes rellenas de jamón y queso. No pudimos con tamaña tentación y nos deleitamos con ellas. ¡Riquísimas!

En cada vagón un guía de la comunidad local brinda datos curiosos del ilustre ferrocarril. En nuestro caso, fue Amalia, nacida en la puna, en el pueblo de Tolar Grande, el que supimos conocer durante nuestra Experiencia Puna, quien con pasión y sentido de pertenencia nos fue contando la historia de los héroes que construyeron el ramal.

El tren recorre la precordillera rumbo al célebre Viaducto La Polvorilla, pasando por Mina Concordia. Fue allí cuando el señor @tripticity_ me recordó su historia. “Es una veta preincaica rica en plata de máxima pureza, a sólo 3 kilómetros del Viaducto.

Uno de sus explotadores, a mediados del siglo XIX, fue el coronel Moisés Lozano. Cuando la compró, vio el cerro repleto de huesos humanos metalizados por el arseniuro de plata. Y es que las constantes filtraciones de agua provocan allí innumerables derrumbes. Entonces pasó a llamarse, para siempre, Socavón de los Muertos. Lozano registró las memorias de sus mineros más ancianos hasta dar con el año 1526, cuando Sebastián Gaboto sufre un motín cerca del actual Buenos Aires. En castigo abandonó en tierra a sus cuatro capitanes y continuó río arriba. Según las averiguaciones de Moisés Lozano, estos capitanes sobrevivieron y caminaron rumbo norte hasta dar con la tribu más civilizada y rica de entonces, gracias a la plata que ya se extraía del Socavón de los Muertos. Los cuatro capitanes emprendieron la vuelta con muestras de plata de máxima calidad y se toparon con Gaboto en Sancti Spiritu, su fuerte de Santa Fe. Gaboto regresa entonces a España en 1530 con esas muestras, que prueban el mito de ´las sierras de plata´. El rey Carlos I autoriza entonces la expedición de Pedro de Mendoza y Martín del Barco Centenera publica, luego, el poema "Argentina", en 1602. En otras palabras, lo que Lozano aseguraba es que el nombre de nuestro país nació en este socavón perdido en la puna, que se observa debajo de la vía, a la derecha de los hierros abandonados”.

Escucharlo con el run run de la locomotora por detrás fue un obsequio que recibí con gratitud.

En eso anunciaron que estábamos próximos a llegar al Viaducto La Polvorilla. Amalia nos relató que cuando tuvo que atravesarlo el primer tren, hubo un sorteo, pues era de valientes la misión. El maquinista que le tocó tamaña empresa contó que durante su paso se produjo una sinfonía cuando las casi 1600 toneladas de acero se acomodaron y terminaron de asentar en el suelo. Todos en el vagón nos conmovimos, por supuesto.

El puente ferroviario, uno de los más altos del mundo, tiene la particularidad que es en ascenso y en curva. La obra monumental del ingeniero Richard Maury conecta el Abra entre la Cordillera Oriental y la Sierra de los Pastos Grandes.

Amalia indicó que debíamos cambiar de asientos de modo que todos pudiésemos tener la ansiada fotografía, lo cual nos resultó muy acertado.

El stop en el punto panorámico para apreciar el Viaducto con intensidad fue sobresaliente. Allí, varias mujeres ofrecían sus productos artesanales. Otra oportunidad para tentarse con una tortilla caliente, esta vez, de queso y tomate. ¡Delicia! En eso, empezó a sonar la Canción a la Bandera, mientras ésta fue izada allí en lo alto. La Aurora, como en la infancia, volvió a conmover a los visitantes.

Durante el viaje de regreso quisimos conocer la propuesta gastronómica del vagón comedor que ofrece el tren. Ordenamos un set de empanadas. Sí, nunca aplicamos en nosotros la recomendación de mantenerse livianos comiendo poco.

También aprovechamos para conocer la tienda del tren, con souvenirs para llevar y la estafeta postal a bordo.

Un destacado es la limpieza de los vagones y de sus baños.

Una vez en la estación, nos orientaron a tomar los buses que nos llevaron hasta el centro de la capital de la puna. Una vez en San Antonio de los Cobres se nos ofreció un tiempo libre de casi una hora para pasear o almorzar. Una linda opción es visitar el Museo Regional Andino.

En nuestro caso, decidimos conocer la propuesta gastronómica de Doña Cirila

Resultó que el bus se estacionó justo frente al restaurant Los Patitos con su bien bonito mural de escenas autóctonas. Fue toda una tentación. Cirila nos invitó a pasar y decidimos honrarla. Allí tomamos unas fantásticas croquetas de quinoa y verduras acompañadas con salsa picante y verdeo. Muy recomendables sus baños, cómodos y bien higiénicos.

En el regreso a la ciudad de Salta se prevé un stop bien interesante en Santa Rosa de Tastil.

Un detalle adicional, al subir al bus, nos aguardaba una generosa merienda con snacks e infusiones.

Una vez allí pudimos hacer una rápida visita al Museo de Sitio y a la tienda de Artesanías en lo de Primitivo.

En Santa Rosa de Tastil también se encuentra el descomunal sitio arqueológico de Tastil, para conocerlo en otra oportunidad, pues en el marco del tour del Tren a las Nubes el tiempo no alcanza. Es que ese pueblo de la Quebrada del Toro tiene mucha riqueza y atracciones para ofrecer, pues fue una metrópoli preincaica y luego supo formar parte del Qhapaq ñan, el camino del inca.

El regreso hasta la ciudad de Salta tomó unas dos horas más, arribando pasadas las 7 de la tarde, luego de una jornada de extraordinarios paisajes con un excelente servicio prestado por todo el personal del Tren a las Nubes, quienes se muestran orgullosos de este ícono de la historia argentina, en funcionamiento desde el año 1972. Toda una experiencia no solo ferroviaria, sino paisajística y cultural.