Chañarmuyo

Vinos y atardeceres

Luego de visitar Talampaya y Laguna Brava, rumbo al norte nos dirigimos hacia nuestro próximo destino en ese gran recorrido por el oeste argentino. Nos esperaban dos días de relax en el hotel boutique de la Bodega Chañarmuyo.

Son pocas habitaciones exteriores dispuestas alrededor del casco principal, con patios intercalados donde se destacan los diversos cactus y cardones de la zona. Además, cuenta con una pileta exterior para disfrutar en época estival.

Nos recibió Alejandra, la amable correntina, quien nos enseñó las instalaciones. Luego de ubicarnos en nuestra suite, nos dejamos tentar con la merienda, que disfrutamos en la terraza a la espera de un hermoso atardecer, con una de las cumbres nevadas del Famatina como protagonista.

Luego Luis estuvo a cargo de la degustación de los emblemáticos vinos de la bodega. Simpático, divertido, nos fue guiando e incluso instándonos a descubrir las notas características.

En la noche esperaba un típico asado argentino en el comedor del guest house, con mollejas incluidas. Un delirio de rico, muy bien armonizado con el cabernet recomendado por Luis.

A la mañana siguiente disfrutamos la paz de un día sin ruta, compromisos ni obligaciones. Solo nos tomamos un permitido del descanso para llegarnos hasta el dique, a unos poquitos kilómetros del hotel, en una -para entonces necesaria- caminata luego de tantas calorías adquiridas con el régimen de pensión completa que ofrece Chañarmuyo. El agua es de color turquesa, bien bonito. Muchas aves se bañaban y unos cuantos pescadores paseaban en sus lanchas.

El almuerzo, una brótola a la parrilla con ensalada, lo disfrutamos bajo la pérgola con vista a los viñedos.

Luego tomamos el tour por la bodega, en donde nos contaron que además están sumando un proyecto de producción de almendros y nogales.

Sus singulares vinos son intensos y bien definidos, destinados a un mercado de alta gama. La estética de las etiquetas es también jugada, en su línea premium brilla por ejemplo el general Facundo Quiroga.

De hecho en el bonito living se destaca también un enorme lienzo de Manuelita, la hija del general Rosas.

El mejor broche para aquel día de descanso fue otro gran atardecer, en los sillones especialmente dispuestos. Contemplarlo bajo el vuelo de las golondrinas nos terminó de recargar el cuerpo de energia. 

Esa noche nos despedimos con una deliciosa tartita de queso y tomate y unos ravioles de carne, platos bien generosos sin contemplaciones para quienes gusten de las porciones moderadas. Otra vez el genial Luis nos mimó con una grappa de la casa y petit fours.

En la tienda del hotel boutique, antes de partir, nos hicimos de un ejemplar del Cinco Hileras, el blend premium que selecciona las mejores uvas que en el caso del 2016 se compone de malbec, tannat y petit verdot.

Y así relajados, tras un festín gourmet de cuatro comidas diarias, habiendo degustado los extraordinarios vinos Chañarmuyo, partimos rumbo a Catamarca, para otra gran etapa de paisajes impresionantes y grandes aventuras.