Zaragoza

Su majestuosa Pilarica y sus cálidos aragoneses

Llegamos a la estación Delicias en un bus desde Logroño, luego de visitar las cautivantes bodegas de La Rioja.

Esa noche nos alojaríamos ahí mismo en la estación, en el cómodo hotel Eurostars Delicias.

Luego de un bienvenido early check-in, tomamos un bus urbano que nos llevó en menos de media hora al centro de la ciudad. Con alguna modificación sobre la marcha, pues el recorrido no coincidía con lo informado por Google Maps. Así, hicimos uso de la red de tranvía y pudimos iniciar nuestro recorrido apenas bajados, en las Murallas Romanas. La ciudad fue fundada por César Augusto y se llamó Caesaraugusta, de hecho de allí deriva su actual nombre, en el año 14 AC, por lo que se conservan algunos restos arqueológicos de la época, como las gruesas paredes que resguardaban la ciudad.

Justo enfrente se encuentra la iglesia de San Juan de los Panetes, donde inicia la enorme Plaza del Pilar, en honor al ícono de la ciudad, la bella Pilarica.

Frente a la Iglesia de San Cayetano y Capilla de Santa Isabel encontramos por obra del destino, esa calurosa tarde de septiembre, un bar con aire acondicionado que invitaba a entrar. Para nuestra fortuna así lo hicimos, pues pudimos deleitarnos del suculento torrezno, una gruesa lonja de tocino con su piel, asada hasta el punto del chicharrón, para luego anoticiarnos que el Bar El Picadillo había sido finalista en el Campeonato Mundial del Torrezno 2019. Pero por sobre todo pues allí conocimos a David, quien luego de proponerle casamiento a su novia no dudó en invitar a todos los presentes a unas rondas de caña. El jolgorio que se armó con esos -hasta entonces- desconocidos sin dudas pasó al ranking de las tardes más memorables de @tripticity_.

En un momento, un litro de cerveza después, advertimos que aún debíamos cumplir con nuestro itinerario, por lo que rumbeamos hacia la Basílica de Nuestra Señora del Pilar, con sus coloridas cúpulas de estilo barroco. Es majestuosa y su interior igual de fascinante, con su colosal santuario de la Virgen y los frescos de Goya. El santuario es un lugar de peregrinación, ya dice la tradición que en una de sus columnas de jaspe se apareció la virgen, de allí el nombre del Pilar.

Sacamos turno para subir en el ascensor a la torre de iglesia para una vista completa de la ciudad y del Ebro que la circunda y salimos a recorrer las inmediaciones. En la plaza del Pilar destaca la escultura de la Bola del Mundo y Fuente de la Hispanidad. Luego nos dirigimos al Puente de Piedra, del siglo XV, ya que desde allí hay una majestuosa postal de la fachada de la Basílica.

Para entonces ya era hora de ingresar en la torre. Un mirador 360 en el que se aprecia la belleza de Zaragoza en toda su extensión.

Luego paseamos por la zona de la Seo, la Catedral del Salvador del siglo XII, situada muy cerca de la Basílica e igualmente asombrosa. Nos quedamos pasmados por el muro de la Parroquieta, de estilo mudéjar aragonés, un gran tapiz con extrema decoración.

Desde allí sólo unos pocos minutos de caminata nos llevaron hasta el Arco del Deán, del siglo XIII, un ejemplo de conservación de la arquitectura medieval, con el cobertizo hacia la catedral.

De camino a El Tubo, pasamos por el Museo del Teatro de Caesaraugusta, frente a la Plaza San Pedro Nolasco en el que se pueden ver las gradas del antiguo teatro del siglo I, que tenía una capacidad para unos seis mil espectadores.

Y tras ese recorrido histórico, cuando se ponía la tarde, era turno del animado Tubo, para hacer un tapeo, con más torreznos por supuesto, en los varios bares que ofrecen esas divertidas y estrechas callecitas.

Fue allí donde brindamos por los recientemente comprometidos y por la posibilidad de conocer Zaragoza y su bella Pilarica.