Valle de la Luna
Parque Provincial Ischigualasto
Conocido como el Valle de la Luna, el parque se compone de paisajes de otro planeta.
Si bien la organización de los tours sin duda apreciaría una mayor profesionalización, por cuanto se presenta un tanto desordenada, lo cierto es que para @tripticity_ bien vale un poco de paciencia si de conocer bellos paisajes se trata.
Ingresamos a la provincia de San Juan desde su vecina La Rioja pasado el mediodía.
Para cuando llegamos, convenientemente, el tour de las dos y media de la tarde estaba disponible. Se trata de un recorrido de unas tres horas y media por el parque en el vehículo particular de cada visitante, formando una caravana.
El guía acompaña el circuito y en cada parada ofrece una explicación científica de las características del parque natural.
Ischigualasto es una palabra de origen diaguita, que significa sitio en donde no existe la vida o lugar de la muerte.
El primer stop fue en el Valle Pintado. Allí se pueden apreciar con claridad las distintas eras de nuestro planeta, como consecuencia del fenómeno geológico que se produjo cuando las placas del Pacífico chocaron con el actual continente americano.
Luego continuamos hacia la Cancha de Bochas. Piedras de una perfecta forma circunferencial sorprenden a los visitantes.
A continuación nos acercamos hasta la otra geoforma denominada el Submarino, el preferido de @tripticity_. Es una curiosa estructura geológica que simula el perfil de un sumergible. Alejandro, nuestro guía, nos contó que años atrás, durante un ventoso día en el que el viento zonda sacudía la región, una de las torres del Submarino se desplomó y se hizo añicos. Aún se conserva una, por lo que sigue siendo una de las estrellas del parque, hasta el día que vuelva a repetirse el fenómeno y el Submarino desaparezca para siempre. Algo lógico teniendo en cuenta el proceso de erosión al que están sometidas esas siluetas.
Seguimos adentrándonos hasta llegar al Museo de Sitio Dr. William Sill, en el que se exhiben restos fósiles de dinosaurios y se explica el trabajo de los paleontólogos y biólogos.
Para el final se visita el famoso Hongo, la más famosa geoforma que es la imagen publicitaria de Ischigualasto.
De regreso al punto de inicio, hubo tiempo para varias postales, hacia el sector de los paredones rojizos que rodean al Valle de la Luna.
El parque se encuentra muy alejado de la ciudad capital de la provincia, a unos trescientos kilómetros. Queríamos tomar el tour nocturno, el que solo se realiza cuatro días al mes, cuando hay luna llena. Por ello debimos buscar hospedaje en los pueblitos más cercanos al parque. Optamos por las cabañas Los Arrieros, en Baldes del Rosario. Básico y modesto, pero muy digno, ofrece agua caliente y calefacción.
Cerca de las ocho de la noche regresamos entonces al parque, tras un viajecito de unos veinticinco minutos desde nuestro hospedaje.
Para nuestra sorpresa, a pesar de haber hecho la reserva vía WhatsApp, siguiendo las indicaciones oficiales, una larga fila nos esperaba a la intemperie en la helada noche de septiembre. Insólitamente, resultó que nos fue asignado el quinto turno de caravana de ingreso, pautado para las 21.45. A fin de esperar con más comodidad, fuimos a regalarnos unas tazas de té en la confitería. Mas habiendo pasado veinte minutos, entró medio desaforado el propio guía Alejandro para corroborar si hacíamos el tour nocturno, ya que el último tándem de autos estaba a punto de salir. Le explicamos que aún faltaba un largo rato para la hora asignada, sin embargo nos contestó que se habían adelantado. Rápidamente corrimos hacia nuestro vehículo y nos pusimos últimos en la fila.
Condujimos una media hora, andando en medio del polvo hasta llegar a un punto donde se estaciona y se inicia la caminata de una hora y media en el paisaje cuasi marciano, guiados por la luz de la luna.
Las imágenes son irreales, sutiles, de una extraordinaria belleza. Pero sucede que el tour está programado para unas cincuenta personas mínimo por caravana. La cantidad de gente complica el tour pues se pierde el silencio que demanda el explorar ese sorprendente paisaje. Además, era solo un guía para todo ese grupo, por lo que el bullicio resultó inmanejable y se entorpeció la que podría ser una excursión absolutamente memorable. Y, para peor, el guía al hacer los stops en los lugares estratégicos relataba sus creencias muy personales y para nada científicas, mezclando las características de Ischigualasto con creencias místicas y esotéricas sin fundamento alguno. Momentos de esos en los que se valora la discreción.
El grupo multitudinario estaba tan helado y aburrido que el refrigerio del final, con vino y empanadas, duró un suspiro.
Más allá de esas calamidades, @tripticity_ se quedó con los paisajes grisáceos y fantásticos de la caminata nocturna.
Hechas las salvedades, es recomendable para quien visite San Juan. Además, desde la salida del parque hasta la ciudad, un camino moderno y muy bello por la novel ruta escénica 150 ofrece un lindo paseo en el que se atraviesan túneles y se cruzan montañas coloridas.