Segovia
Cuando no solo el corazón queda contento
Sabíamos que la ciudad vieja de Segovia era extraordinaria, tanto que fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, más recorrerla, vivirla se sintió una gloria.
Primero decidimos regalarnos un bien singular tour. Un vuelo en globo al amanecer pues resultaba imposible no aprovechar la oportunidad para que el señor @tripticity_ viviese esa sublime experiencia. Hace muchos años, había tomado mi primer vuelo en globo en Luxor, Egipto.
Contratamos los servicios de la empresa local EoloFly, que estuvo bien, más el pick up desde Madrid falló por lo que llegamos justo cuando el sol ya empezaba a salir, tras un viaje de velocidad extrema por la autopista.
Descartando ese contratiempo, todo lo que siguió fue maravilloso. La sutileza del vuelo en globo genera una sensación difícil de describir. Se siente como si uno flotase en absoluto silencio, con el sol resplandeciendo; serenidad que solo se ve interrumpida cuando Pepe, el experto piloto enciende las llamas para calentar el aire y elevar el inmenso artefacto.
Desde lo alto, el sentido de la vista se agudizó pues no queríamos perder detalle de cada emblemático edificio que compone el skyline de la ciudadela. A lo lejos, el célebre Acueducto de Segovia, bien cerquita vimos la imponente Catedral de Segovia. En un momento, Pepe decidió darnos un extra al bajarlo y aproximarse al Alcázar. Fue un momento sensacional. Allí también pudimos ver la iglesia de la Vera Cruz, del siglo XIII, con un exterior de doce caras, construida por los Caballeros Templarios.
Y cada tanto un globo vecino nos brindaba otro espectáculo también destacable al completar la escena extraordinaria.
Cuando nos acercábamos al campo donde el piloto decidió aterrizar, nos dio las indicaciones y nos preparamos para el momento que resultó -de nuevo- muy ligero. Allí nos “invitaron” a ayudar a recoger el globo, son metros y metros de tela que pesan y mucho por lo que resulta fundamental el trabajo en equipo.
Al finalizar, el simpático Pepe nos contó la historia de los hermanos Montgolfier, quienes fueron los primeros en demostrar el funcionamiento de un globo aerostático en Francia y su expresa indicación de llevar siempre, en todo vuelo, una botella de espumante para compartirla tras el aterrizaje, en tierra de desconocidos. Así fue como se abrió una cava y procedimos a continuar el rito del brindis tras el vuelo.
Malamente, la opción de traslado de regreso es solo para el momento inmediato al final del ágape. Nosotros queríamos disfrutar de Segovia por lo que nos dejaron a los pies del Acueducto para empezar nuestro recorrido.
En verdad, era temprano por lo que los restaurants con vista a la colosal obra romana aún estaban aprestándose para dar el almuerzo a la infinidad de turistas que visitan a diario la ciudad, pero un extraordinario McDonald’s, con idéntica vista, nos tentó con un rico y baratísimo café. Contemplamos la belleza de los arcos, mientras tomábamos energía para cumplir el itinerario de caminata que nos aguardaba para ese día.
El Acueducto es el símbolo de la ciudad y se encuentra en excelente estado de conservación. Sorprende la perfecta unión de las piedras y el armado de los arcos. Desde la Plaza del Azoguejo vale tomar las escalinatas de la izquierda para acceder a un mirador que permite admirar la prolijidad de su manufactura desde lo alto.
Desde allí nos dirigimos a la Casa de los Picos, del siglo XV, que resalta por su fachada compuesta por la ornamentación de puntas de granito en forma de pirámide. Allí funciona una sala de exposiciones de la Escuela de Arte de Segovia. Justo enfrente, el Mirador de la Canaleja ofrece otra bonita vista de la ciudad.
Continuamos por la angosta callejuela rumbo a la Plaza Medina del Campo, donde resaltan la iglesia de San Martín, del siglo XII, de estilo románico, y el torreón de Lozoya.
Una caminata por la Judería de Segovia, luego, hasta la Puerta de San Andrés, una de las puertas de ingreso de la antigua muralla de la ciudad. A unos metros de la puerta, la oficina de turismo brinda el código de acceso a la muralla. Desde allí el Alcázar luce majestuoso. Habíamos sacado tickets de ingreso con anticipación on line, y que si bien se obtiene un pequeño descuento no resulta fundamental.
El Palacio, en muy buen estado de conservación, recrea el ambiente medieval que caracterizó los tiempos de la corte castellana. Cuenta con cuatro torreones y un foso que rodea toda la fortaleza. En su interior, además de los salones, se encuentra el Real Colegio de Artillería y su contribución al progreso científico e industrial de España. Fue construido en un peñasco, sobre restos de una antigua fortaleza romana. Desde el Alcázar de Segovia partió Isabel la Católica para ser proclamada reina de Castilla en la Plaza Mayor.
Siguió una corta caminata hasta la también extraordinaria Catedral de Santa María, estilo gótico vasco-castellano. Se la llama La Dama de las Catedrales por sus dimensiones y elegancia. Y justo al frente, Plaza Mayor, amplia y con los respectivos restaurants con sus mesas en la terraza.
Teníamos reserva para probar el cochinillo de Segovia en el famoso Mesón de Cándido, justo frente al Acueducto; mas no dudamos en modificarla cuando dos locales que conocimos en el McDonald’s nos indicaron que debíamos hacerlo en el restaurant de José María, muy cerca de la Plaza Mayor. Con su tradición desde 1982, es emblemático entre los segovianos. La atención es personalizada, al punto de que fue Rocío, la hija de José María, quien nos acompañó hasta nuestra mesa. Su plato estandarte es por supuesto cochinillo asado en su jugo. El producto es de alta calidad por su genética y el tipo de crianza, cuidado en granja y solo alimentados de leche materna.
@tripticity_ no es muy fan del cerdo por lo que ese almuerzo ordenó un gazpacho memorable, aunque su esposo fue por la estrella del restaurante y quedó embelesado tras la abundante ración.
Luego de la experiencia partimos rumbo a la terminal de autobuses para el regreso hasta Moncloa Madrid, que tomó poco más de una hora.
Y así terminó nuestro día de visita a Segovia, habiéndola disfrutado en todo su esplendor y llevándola para siempre entre nuestros mejores recuerdos.