Praga
La imperial, fina y exuberante
Capital de Bohemia y de Chequia, es la sexta ciudad más visitada de Europa.
Bella e histórica, fundada en el siglo IX, fue un centro de mercaderes y de intelectuales.
Allí se sucedieron significativos hechos notables del último siglo y medio: la llegada del nazismo, la persecución de judíos, el bombardeo estadounidense por error en 1945, creyéndola Dresde (la ciudad alemana), la Primavera de Praga en los 60 y la Revolución de Terciopelo en los 80 que terminó con el comunismo.
Además, la ciudad trasciende por ser el lugar de nacimiento del cuentista Jan Neruda, del poeta Rainer Rilke y del escritor Franz Kafka, donde además creció Milan Kundera y se desarrolló el Teatro Negro.
Llena de historia, de distinguida arquitectura, de cultura, de música, es una metrópolis súper completa.
Llegamos en tren desde Olomouc, dejamos las valijas en el hotel, cercano a la estación y partimos a recorrerla.
Arrancamos caminando por Av. Vaklavske hasta el Pasaje Rokoko, de estilo art noveau, para maravillarnos con su estilo arquitectónico. Luego el Pasaje Světozor, también art noveau, dentro del antiguo Banco Checo. Allí se encuentra un cine antiguo y sobresale el vitral Tesla del artista František Hudeček. A continuación, atravesamos el Palacio y Pasaje Lucerna, para conocer la escultura que se encuentra en su interior. Se trata de Kun, es San Wenceslao, Vaklav en checo, rey cristiano del siglo X. El audaz escultor David Cerny, cuyas obras fuimos descubriendo a lo largo y ancho de la ciudad, recreó la figura del santo patrón de Chequia montando a caballo, pero con una peculiaridad, lo colocó patas para arriba, o boca abajo. Sus obras son osadas, disruptivas, generan asombro, desconcierto.
Ya al ver esta primera escultura de David Cerny, supimos -como buenos aficionados al arte- que íbamos a recorrer la ciudad en su búsqueda. En verdad, el señor @tripticity_, quien había planificado el itinerario, se había encargado de armarlo de modo de no perdernos ninguna.
Continuamos por la calle Vodičkova, rumbo al Ayuntamiento con su torre. Allí se encuentra el Memorial del terror de Reinhard Heydrich, que recuerda la Operación Antropoide y la muerte de siete checos que atentaron contra el enviado de Hitler, el “Carnicero”. En represalia a su muerte, Hitler mandó a armar una barrera en la ciudad hasta que fueron encontrados, lo que allí sucedió luego de ser delatados por un compañero, por lo que los siete paracaidistas encontraron la muerte en ese lugar.
Rumbeamos hacia la descomunal Casa Danzante, obra del canadiense Frank Gehry. Varias de sus obras nos maravillaron en viajes pasados, como el Museo Guggenheim en Bilbao, la Fundación LV en París o la bodega Marqués del Riscal en Elciego, en la región vitivinícola de La Rioja. En la actualidad allí funciona la sucursal del Banco ING, ex Nationale-Nederlanden. Impacta el contraste de lo estático-dinámico. La inspiración se basó en Ginger Rogers (en la parte de la torre cristal) y en Fred Astaire (en la parte del hormigón), la gran pareja cinematográfica de los años 1930. Lo increíble es que en verdad Gehry fue el colaborador del arquitecto local, Vlado Milunic, el original responsable del icónico edificio. En el último piso funciona un restaurante y un bar con vistas al río Moldava.
Retornamos para tomar el tranvía 22 en la Estación Karlovo Náměstí, rumbo a Bila Hora, hasta la parada Pražský Hrad.
Queríamos visitar el Castillo de Praga, Pražský Hrad. Todo el complejo es de acceso libre, y se paga para el ingreso a sus atracciones específicas, como la visita a las Joyas de la Corona.
Es el castillo antiguo más grande del mundo.
El complejo incluye varios atractivos, como la Catedral de San Vito, donde tuvo lugar la coronación real. Fue también el mausoleo de los reyes de Bohemia y de los obispos. De estilo gótico tardío, se la empezó a construir en el año 1344. Sus vitrales son célebres por su belleza.
También allí se encuentra la Basílica de San Jorge, del año 920, la segunda iglesia más antigua de Praga, con sus dos torres, una representando a Adán y otra a Eva, de estilo barroco.
Otro highlight es el Callejón de Oro, Zlatá Ulička. Cuando visité Praga por primera vez en el año 2009 era de acceso libre. En la actualidad, al igual que el resto de las atracciones de Praga es de pago. De acuerdo a la leyenda, allí vivían los alquimistas del emperador Rodolfo II. Son una docena de pequeñas casitas, luego ocupadas por orfebres y artesanos. En el número 22 vivió Kafka y una de sus hermanas entre los 1916 y 1917, por lo que adquirió gran notoriedad.
La Torre Daliborka fue la cárcel de Dalibor Kozojed, un campesino de leyenda que encabezó una rebelión contra los nobles por sus impuestos. Aprendió a tocar el violín encarcelado ahí y se hizo popular por sus melodías hasta que lo mataron.
Para retomar fuerzas, hicimos un descanso y un tentempié en el muy convenientemente ubicado Starbucks de calle Ke Hradu. En sus terrazas se puede disfrutar un café con una extraordinaria vista de la ciudad, a precio normal, lo que no sucede en otras opciones de las cercanías.
Luego bajamos caminando por calle Nerudova a Mala Strana rumbo al Barrio Pequeño, lo que nos tomó no más de unos quince minutos. Pasamos por la Iglesia de San Nicolás, de estilo barroco, del siglo XVIII, simplemente una obra maestra. Destaca su cúpula de veinte metros de diámetro.
Cruzamos la bien particular y divertida Calle Estrecha, tan angosta que no pasan dos personas, por lo que funciona un semáforo que indica quién tiene prioridad para el paso, lo cual la convirtió en material de varios reels de Instagram y hoy es centro de visita para todo turista. Eran originalmente cortafuegos, los que fueron eliminándose en la ciudad con el tiempo.
Muy cerquita se encuentra el Museo Kafka. La indicación del señor @tripticity_: más que visitarlo resulta mejor leer sus cuentos.
También en la zona nos encantó Proudy, Čůrající postavy o Los Meones, la escultura de dos políticos orinando sobre el mapa de Chequia, obra -por supuesto- del incomparable David Cerny. Al respecto, un dato curioso. Mediante una app o vía mensaje sms (+420724370770) permite al visitante escribir un nombre para que los Meones lo escriban al orinar.
Luego bajamos a la ribera para tomar panorámicas fotos del puente Carlos.
Antes de emprender el regreso, hicimos otro stop en el museo de Destilados Jelinek, aprovechando el happy hour de coctelería (4 a 6 pm).
El señor @tripticity_ tenía previsto regresar al hotel en Metro, pero nos animamos a continuar caminando, el clima estaba súper agradable y había muchas ganas de seguir descubriendo la bella Praga.
Atravesamos el parque Kampa, donde encontramos otra escultura de David Cerny, la de los Bebés, gigantes y con una cabeza cuadrada, hechos en bronce, algo perturbadores. Cruzamos el río Moldava y llegamos hasta otra extraordinaria escultura de Cerny, la cabeza giratoria de Franz Kafka. En eso, una lluvia nos ahuyentó, por lo que decidimos hacer un merecido stop para probar la gastronomía checa. Un restaurant en un subsuelo fue el elegido, Otevreno. Ordenamos la salchicha tradicional, con pan y cebolla y el svíčovà na smetanē, guisado de res con arándanos, crema y los dumplings checos, una pasta blanda rellena con papa.
A la mañana siguiente, teníamos previsto un recorrido a pie bien intenso para conocer el Stare Mesto.
Iniciamos por la escultura en homenaje a Mozart por su obra Don Giovanni, inaugurada en el teatro justo en frente en el año 1787, para luego continuar con prisa hasta el célebre Reloj Astronómico, Staroměstský Orloj. La primera sonada tiene lugar a las 9 de la mañana, a la que no llegamos, sino ya al de las 10, cuando empezaba a llenarse de turistas. Su autor fue Mikulas de Kadan, un relojero imperial. La tradición cuenta que cuando tenga un desperfecto ocurrirá una desgracia. Se trata del gran símbolo de la ciudad. Tiene diseño de astrolabio, la esfera astronómica superior es del siglo XV y representa la Tierra y en su cielo el Sol, la Luna y dos anillos superpuestos, uno de rotación y otro con los doce signos del zodíaco. El legendario artefacto indica la hora de tres maneras: la clásica con números romanos, el anillo exterior con un sistema local llamado Schwabacher y el círculo interno con el sistema babilónico, que toma en cuenta el amanecer. Además, cuenta con cuatro figuras autómatas: la Muerte (esqueleto), la Lujuria (turco con mandolina), la Avaricia (persona con bolsa de dinero) y la Soberbia (persona con espejo). Por las ventanas aparecen los Doce Apóstoles y un gallo que bate las alas, entonces suenan las campanas. En la esfera inferior se representan los doce meses y el escudo de Praga, todo esto añadido en el siglo XIX.
Luego recorrimos la gran explanada. El Antiguo Ayuntamiento, el edificio que lo alberga, se fue construyendo con los siglos por lo que se fusionaron distintos estilos arquitectónicos, el gótico, el neogótico, el renacentista. El ala este -dañada por los nazis- sigue sin restaurarse.
Para tener en cuenta, la Torre del Ayuntamiento tiene un mirador, con ascensor, de pago. Pero @tripticity_ decidió continuar.
Paseamos por la bien entretenida peatonal, cuando aún no se saturaba de visitantes, para llegar hasta el majestuoso Puente de Carlos, Karlův Most. Es el puente del siglo XIV del rey Carlos IV con treinta estatuas uniendo los barrios de Staré Mesto y Malá Strana. Se trata en realidad de copias de las originales. La más importante es la de San Juan Nepomuceno, confesor de la reina, quien murió por no develar sus secretos de alcoba al rey. La Torre de la Ciudad Vieja, Staroměstská Mostecká Věž, de estilo gótico, ordenada por Carlos IV es extraordinaria. En tanto que la fachada oeste tiene menos esplendor pues fue dañada en muchas batallas. En la fachada principal se destacan las estatuas del rey Carlos (a la izquierda), en el centro San Vito, el protector, y a la derecha el rey Wenceslao, antecesor de Carlos. En el nivel superior se encuentran los patrones checos San Adalberto y San Segismundo. En lo alto funciona un muy buen mirador.
Volvimos a cruzar el puente rumbo a un callejón para descubrir otra asombrosa escultura, Embryo. Es la más desconcertante de David Cerny, un feto al que de noche se le ilumina un corazón rojo que late.
Luego nos dirigimos hacia Klementinum, la antigua universidad jesuita, hoy Biblioteca Nacional. Se trata del segundo edificio más grande de la ciudad, después del Castillo. Justo al frente la biblioteca municipal tiene la instagrameable torre de libros infinita. Idiom es un pozo conformado por ocho mil libros, una obra del año 1998 del eslovaco Matej Kren: materializa el alcance infinito del saber humano. Del otro lado de la plaza, el City Hall cuenta con un Paternoster, un elevador cíclico nombrado así por su parecido a un rosario... Pero se encontraba cerrado por refacciones.
Retornamos por Karlova hacia la Plaza de la Ciudad Vieja, centro desde el siglo X. Allí se encuentra la Iglesia Nuestra Señora de Týn, del siglo XIV. Otras atracciones en la Ciudad Vieja son la Torre de la Pólvora, construida un siglo después de la Torre de Ciudad Vieja, que fue depósito de pólvora y punto de inicio de la marcha real de nuevos monarcas al Castillo; la Iglesia de Santiago el Mayor, del año 1700, en la que cuelga del frente una mano supuestamente momificada, de un ladrón que intentó robar la estatua de la virgen y fue atrapado por ella a la cadena, por lo que hubo que cortársela y allí quedó para siempre; y la Iglesia de San Nicolás, de estilo barroco, construida en el siglo XVI tras el triunfo del ejército católico sobre el protestante, destacando su Columna de la Santísima Trinidad, erguida en 1715 tras la Segunda Peste y porque desde allí empezó a retransmitir Radio Praga en el año 45.
Continuamos por la avenida de las grandes marcas de moda hasta el Barrio Josefov, conservado por el nazismo por un proyecto que habían elaborado para hacer un Museo de la Raza Extinta. Allí se destacan seis sinagogas y su cementerio judío. A la derecha por calle Siroka la Sinagoga Española (que tiene un decorado que recuerda a la Alhambra en Granada); luego la Sinagoga Alta de estilo renacentista; la Sinagoga Vieja-Nueva, de las activas la más antigua de Europa; la Sinagoga Klausen, con exposición sobre tradiciones judías; el Antiguo Cementerio, con doce mil lápidas de piedra y cien mil cuerpos; la Sinagoga Piskas, con un monumento de nombres de ochenta mil judíos locales muertos en el Holocausto; y la Sinagoga Maisel (sencilla pero con gran biblioteca adentro).
En el mercado Havelske Trziste, que funciona desde el año 1232, nos deleitamos con los gloriosos frutos rojos de la región. Una delicia.
Luego bajamos por la calle Platnerska, pues aún nos faltaba otra genialidad de Cerny. Una imperdible. Se trata de Colgado, Viselec, una escultura de un Sigmund Freud de 2,20 metros que cuelga de una viga. Quizás la cúspide de su humor negro.
Como el día anterior no habíamos podido disfrutar del todo la performance de K, la escultura de Franz Kafka del propio Cerny, decidimos regresar en esa tarde soleada para poder admirarla en toda su proyección. Se encuentra justo frente a un centro comercial, el que encargó su manufactura. Justo al frente otro bien conveniente Starbucks ofrece un lugar para descansar hasta que se cumple la hora, pues funciona por quince minutos cada hora. Aunque en verdad donde mejor se sigue el ciclo es desde el piso superior del también vecino Mc Donald´s. La escultura se conforma de cuarenta toneladas de acero inoxidable y se inspira en la Metamorfosis de Kafka.
Justo a la vuelta de allí, en otro centro comercial, ya funcionaban las mariposas mutantes con aviones, la última obra del gran checo que pudimos disfrutar.
Para entonces, no sabíamos si asistir o no a una función de teatro negro. El Jiri Srnec, primer teatro negro del mundo, se encontraba muy cerca, por lo que decidimos llegarnos, pero la obra prevista para esa temporada, sobre África, no nos resultó tentadora por lo que decidimos hacer otra larga caminata por Av. Vaklavske hasta Náméstí Míru, la estación de metro con su interminable escalera mecánica. Como se encontraba en la zona, nos llegamos hasta YMCA o Radio Checa pues allí se encuentra otro Paternoster, pero también se encontraba cerrado.
En el camino, pasamos por el impresionante Nuevo Museo Nacional y por el Museo Národni.
Para el fin de nuestra visita a la bella Praga, decidimos caer en la tentación de comer en el famoso Výtopna Railway. Se trata del restaurant, que Instagram lo puso de moda pues lleva las órdenes, tanto de bebida como de comida, en pequeños trenes a escala. Si bien la hamburguesa no fue memorable, lo cierto fue que ver todo el sistema en perfecto funcionamiento nos pareció de lo más atractivo.
Y así culminó el intenso recorrido por la ciudad musa de novelas lúgubres, de marionetas, de teatros negros.
Realmente, ¡impresionante!