Laguna de Brealito
Célebre espejo de agua de los Valles Calchaquíes
A solo veinte kilómetros de la ruta 40, en el desvío a la altura de Seclantás, se encuentra la Laguna de Brealito.
En el camino sinuoso, con tupidos cardonales, de repente una mancha celeste se ve en lo bajo: es la laguna. Se ubica a unos 2700 metros sobre el nivel del mar, por lo que se destaca por encontrarse en una zona de pocas precipitaciones y ríos de deshielo. Es además hogar de aves, burros salvajes y peces.
Para nuestra sorpresa, unas elegantes parinas blancas con tonos rosáceos en sus alas caminaban por su orilla. Pudimos apreciarlas de bien cerquita ya que se puede llegar hasta la orilla en el vehículo. Por fortuna éramos los únicos visitantes y todo allí era pura calma. En época estival muchos pescadores acampan en búsqueda de los pejerreyes.
Existen alrededor de la laguna toda clase de mitos sin fundamento, uno en particular referido a su profundidad infinita, como la creencia de que se trataría de un “ojo de mar”.
En la soledad de ese fin de semana de agosto se sintió como un espejo inerte, recluido, casi inverosímil.
Muy cerquita se extiende el pueblo homónimo, encantador pero igual de desolado y silencioso. Subimos hasta la pequeña iglesia desde donde se obtiene una vista completa del caserío y luego continuamos camino hacia la Hacienda de Molinos, para disfrutar un tannat de altura de Valle Arriba “El Seclanteño” y unas sabrosas empanadas con mucho pimentón de la zona, orgullosos de haber conocido uno de los hitos de los Valles Calchaquíes.