Ruinas de San Ignacio Miní
Historia en la selva misionera
Visitamos las ruinas de San Ignacio Miní de regreso de las Cataratas del Iguazú, un miércoles al mediodía.
Se puede tomar el paseo guiado o, quizás mejor, visitarlas en soledad al propio ritmo. Se pierde, sí, el aporte del experto guía local, pero es a su vez la manera de evitar los ruidosos y avasallantes contingentes que se dan cita en estos monumentos.
Es la mejor conservada de las misiones jesuíticas de los siglos XVI y XVII en territorio argentino. Sorprende el espesor de los muros, la imponente construcción hecha en piedra asperón rojo, que contrasta con el verde alrededor.
San Ignacio Miní fue una reducción jesuítica cuyo objetivo era la evangelización de los nativos guaraníes, buscando respetar lo máximo posible sus costumbres. Miní significa la menor en guaraní y fueron declaradas por la UNESCO Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Al iniciar el recorrido, es recomendable visitar el centro de interpretación que cuenta con una exhibición de imágenes religiosas, piezas arquitectónicas y reliquias encontradas en la zona. Ya en el predio histórico, el calor, las iguanas y los mosquitos no rompen el clima místico ni la conmovedora belleza de las columnas que sobrevivieron el paso de los siglos.
La visita dura menos de una hora y es uno de los destinos imprescindibles de la provincia de Misiones.