Museo Arqueológico de Cachi
Visita para conocer la cultura de los ancestros de la zona
Justo frente a la plaza 9 de julio, en una casona de estilo colonial de finales del siglo XIX, con arcos ojivales de medio punto hacia arriba, abre sus puertas el museo creado sobre la colección de su fundador, Pío Pablo Díaz.
Decidí visitarlo, sin mucha expectativa, mientras hacíamos un timelapse del cielo azul de Cachi por encima de la iglesia San José.
El simbólico ticket que se abona en la entrada devuelve la promesa de una visita que permite admirar la arquitectura del complejo, las huellas ancestrales y los objetos de extrema belleza y sutilidad. ¡Cuánto me asombró el tesoro allí guardado! Es que todo el recorrido fue en absoluta soledad, mientras la plaza explotaba de turistas.
Su patrimonio consiste en material arqueológico de los Valles Calchaquíes, de un valor formidable que ayuda a interpretar la cultura prehispánica.
Las salas se despliegan alrededor del típico patio, donde también se exhiben objetos con un particular trabajo de moldurismo. Los techos de caña y barro, las paredes de adobe, los pisos de arcilla… no solo las reliquias del interior sobresalen en el conjunto. Se destacan también los instrumentos que sirvieron a los arqueólogos en sus investigaciones científicas.
Además, petroglifos con las siluetas y trazos más delicados de extrema sensibilidad, figuras antropomorfas y zoomorfas de la civilización calchaquí. Vasijas ornamentadas, utensilios, pedazos de armas e -incluso- bellísimas piezas para adornar el cuello de los nativos.
La visita que estimaba no duraría más que unos minutos se extendió, aunque no en demasía, pues llegaba la hora del almuerzo y las imperdibles empanadas de carne con masa de pimentón de la Hostería del Automóvil Club Argentino me aguardaban.