Los Colorados
Todo un tornasolado estallido geológico
La clásica postal de Purmamarca se puede enriquecer muy fácilmente con una tranquila caminata por el Paseo de los Colorados.
No exige demasiado esfuerzo. Es un paseo apacible de unos 45 minutos sobre las espaldas del pueblo, allí donde los cerros de colores intensifican sus perfiles, su brillo y su energía. Si no se cuenta con el estado físico mínimamente requerido, se recorre con aún más comodidad en automóvil.
Por una parte los verdes, no solo de los cardones y pastizales del suelo sino de la serranía más apartada. Se avizoran algunos tonos cerúleos y musgos, otros un tanto más claros tipo pistacho así como los oscuros propios de los pinos o algas.
Luego, el que le da el nombre: el rojo, que invita al espectáculo a sus consanguíneos naranja, morado, bermellón e -incluso- un coral.
Un favorito es el rosa claro que se abre paso tímido entre tanta intensidad.
Todo este tornasolado estallido geológico sucede bajo un cielo azul vivo, escoltado por el siempre presente sol de la puna, que obliga a resguardarse con protector, gorro y mangas largas pues arde sea verano o invierno, y ayudado -por momentos- por las ráfagas del viento impiadoso en cada desfiladero.
Tal imponente paisaje se deleita respirando el aire puro, aunque seco -extremadamente seco- de la Quebrada.
Todo a sólo cinco minutos de la pequeña plaza de Purmamarca.