Estiba de Vinos Uraqui

Otra jornada inolvidable en Cava Mina Moya 

Recibimos el mensaje de Claudio Zucchino con emoción: nos invitaba a acompañarlo en su ceremonia de agradecimiento a la vida, de celebrar la renovación de un nuevo ciclo de trabajo y, por sobre todo, de ser partícipes de una gozosa fiesta de altura en el que los sentidos serían los grandes convidados. 

La propuesta implicaba subir otra vez a los casi 4000 metros sobre el nivel del mar para llegar hasta la cava, el antiguo socavón de Mina Moya, enclavado en las entrañas de la Quebrada de Humahuaca, en Jujuy. ¡Por supuesto que honramos su cita! 

Una vez arriba, luego de transitar en 4x4 el camino angosto por la ladera, que demanda templanza al conductor e impone ganarle al mal de altura y, sobre todo, a la inevitable sensación de vértigo que se apodera en esas huellas, el paisaje ofrecía como primer obsequio los colores potenciados: el verde del vallecito; el rojo carmesí de la “Pollera de la Coya”, esa particular formación de la cadena del Yacoraite conocida por su similitud con la vestimenta; el áureo propio de las altas cimas... Y qué decir del azul del cielo límpido, ese azul tan característico del norte argentino…  

En ese soberbio escenario, en el momento que arribaban las llamas cargando en sus alforjas el excepcional tesoro, los sikus y el bombo abrieron la gala.  

Fue entonces cuando Claudio agradeció y le encomendó a la Pachamama su guarda sagrada, compartiendo el deseo de que su formidable tinto madure en su propio vientre. A continuación, con absoluta sencillez conmovió a todos cuando nos impulsó a soñar, a concretar deseos, a la responsabilidad de creer y animarse: en pocas palabras a vivir con intensidad, esa misma que define a la estirpe de su vino. 

Al finalizar, nuestro anfitrión convocó a cada uno de los presentes a participar del ritual, abriendo el otrora socavón e invitándonos a ingresar, botella en mano, para ubicarla en la cava en la que se produce su estacionamiento por hasta treinta años, no sin antes cumplir el pedido expreso de formular un deseo personal. El de @tripticity_ fue poder continuar generando estos vínculos enriquecedores, como el concretado con Claudio e Inés unos meses antes. 

Cuando el sol ardía ya desde lo alto, bajamos hasta el refugio, enclavado entre las vides que nutren a Uraqui Minero, la gran estrella: un blend de malbec, syrah y merlot a cargo de Marcos Etchart. 

El banquete que continuó, ideado por tres enormes cocineros argentinos, fue sublime. Flor Rodríguez, Martín Molteni y Pedro Demuru propusieron una secuencia de múltiples pasos en los que combinaron su expertise con los característicos sabores quebradeños, exigiendo al paladar de los comensales la máxima atención para no perder detalles de ese goce. Como si no bastara, el plus era una degustación de los vinos insignia de Jujuy: el Molino de Chicapa de la Bodega Jesús Vilte, con su bella etiqueta diseñada por el artista salteño Mariano Cornejo; el Sikuri de Bodega Dupont, también de Maimará; el Cactus de Viñas del Perchel; Cielo Arriba de Huichaira Vineyard; y, por supuesto, el señor del evento, Uraqui Minero el de máxima altura.

Entre paso y paso los músicos acompañaban el banquete y el chef Lalo Angelina ilustraba a los presentes sobre las notas características de los vinos presentados, todos de manufactura local, mientras compartíamos la mesa con un grupo de jocosos jujeños que nos acogieron en su grupo: Fede, Juanjo (el “infiltrado” salteño), Matías, Gastón y Martín.

Los manjares más destacados fueron el paté de hígado, la humita al pesto con maíz morado, la trucha ahumada con habas y limón y el tremendo cordero con membrillo y papa azul. La bolita de chocolate con ají y sal, servida con las sorprendentes burbujas de la Bodega El Molle, fue un fogonazo de sabor. 

La complacencia de los concurrentes se sentía en el ambiente: la de los orgullosos bodegueros que presentaban sus vinos, la de los periodistas y críticos gastronómicos, la de las autoridades de la Provincia de Jujuy, de las asociaciones civiles, los amantes del vino, los foodies… 

Tuvimos la fortuna de compartir breves pero encantadores momentos con Tamara Herraiz, la periodista y escritora que con pura generosidad nos compartió la segunda edición de su obra Al Rojo Vino, un testimonio de la valiosa participación que le cupo a las mujeres en el desarrollo de la industria vitivinícola argentina. También a Marina Beltrame, tan bonita como auténtica, fundadora de EAS (Escuela Argentina de Sommeliers) y pionera en la formación de expertos, quien nos contó un poco de su apasionante historia. Para rematar, como buena apasionada del té, al saber de la presencia de Inés Berton no pude con la tentación y me abalancé hacia ella para darme el gusto de saludarla, como el niño fanático que busca la foto con su ídolo. Es que la colección de té de @tripticity_ cuenta obviamente con varios de los blends de Tealosophy, la insigne marca argentina de su creación. 

Sintetizando, la intensidad de la experiencia, proporcional a la dificultad para llegar al socavón donde tiene lugar la peculiar estiba, nos permitió tomar una cabal dimensión de la osadía, el sacrificio y la pasión innegociable de su creador para concretar esta gran hazaña que es el Uraqui Minero

Y para cuando Claudio agradeció a todos los que hicieron posible esa jornada, y especialmente honró entre ellos a su hermosa Inés, su compañera que tímida pero férreamente lo escolta en sus andanzas, la exaltación se adueñó del momento pues nada más lindo que un reconocimiento auténtico a quien transita la vida junto al valiente hacedor de sueños.