Estancia El Colibrí
El lujo está en los detalles
Unos días en Estancia El Colibrí es una oportunidad de vivir una experiencia auténtica del campo argentino; también una oportunidad inigualable para relajar y desconectarse disfrutando de su excelente gastronomía.
Pasamos tres noches de vacaciones de julio. El clima fue de lo más benévolo, nos tocaron temperaturas de primavera por lo que aprovechamos a pleno las actividades al aire libre.
El hotel cuenta con la certificación de Relais & Châteaux, de modo que no fue extraño recibir un trato súper cordial y personalizado. Se resume quizás en una perfecta combinación de estilo de campo y lujo con enfoque internacional.
La estancia se encuentra en el kilómetro 7 del Camino a Santa Catalina, a un poco más de una hora de viaje desde la ciudad de Córdoba.
Ofrece actividades como las cabalgatas guiadas por el gentil y diligente gaucho Maxi, guía también en las visitas a la granja y a la huerta, en la que incluso se aprende a ordeñar a las vacas de la casa, degustar la leche fresca y -para los que se atreven- a subirse a su lomo. Toda una proeza. En esos días además, llegó una nueva vaca por lo que incluso sugerimos el nombre para su bautizo: Inesita. También se recolectan los huevos del gallinero y se cosechan las hojas verdes y otros vegetales orgánicos para las ensaladas del restaurante.
Además, a solo seis kilómetros se encuentra Santa Catalina, la estancia jesuítica declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, de propiedad de los descendientes de Francisco Antonino Díaz, quien la adquirió tras la expulsión de América de los jesuitas dispuesta por Carlos III.
Marcelo, el simpático guía del complejo nos contó que la iglesia empezó a construirse en 1622 y finalizó en el año 1663. El retablo, traído a lomo de mula desde las misiones del Paraguay, travesía que tomó ocho meses, es de cedro con dorado a la hoja. Las imágenes que contiene son de San Miguel Arcángel, San Rafael, San Francisco Javier y, por supuesto, de San Ignacio Loyola. Además, en lo alto los acompaña Santa Catalina de Alejandría. La iglesia fue diseñada por el arquitecto Bianchi, en forma de cruz latina, con fachada barroca. Se dice que en toda la inmensa estancia jesuítica, de una superficie aproximada de 160 mil hectáreas, solo vivían cinco padres de la orden. En verdad, ocupaba gran parte del territorio de la actual provincia de Córdoba. Comerciaba unas veinticinco mil mulas por año. La particularidad de la estancia es que hoy pertenece a unas ciento sesenta personas: la décima generación de los Díaz. Otro dato histórico relevante es sin dudas el tenor de los matrimonios allí concertados, como el de Clara Funes Díaz con el general Julio Argentino Roca, o el de su hermana, Elisa Funes Díaz, con Miguel Juárez Celman.
De regreso a la estancia El Colibrí, una soleada tarde de domingo, aprovechamos por completo el spa para relajarnos. Cuenta con sauna húmedo, sauna seco y un jacuzzi. Luego unos masajes con aceites esenciales.
Para días de verano, una amplia pileta en el jardín ofrece bonitas vistas a las Sierras Chicas.
El hotel boutique de nueve habitaciones combina sofisticación y esplendor con detalles fieles que evidencian y honran las costumbres típicas del campo argentino.
Forma parte de la cadena Maison Fenestraz y ofrece pensión completa híper personalizada.
La amplia habitación con chimenea, más el cuarto de baño, todo sutilmente decorado, garantizan comodidad y relajación durante la estadía.
Otro sobresaliente es su restaurante La Table a cargo del chef Leo y su valioso equipo. En las noches, se presenta un menú de estilo, sea el norteño, iniciado con humita en olla y empanada y cabrito a las brasas de principal; el italiano, en el que descolló la soberbia lasaña casera; o el asado argentino con variedad de cortes de carnes y de achuras, con un peculiar toque francés en su acompañamiento, el delicioso gratin du pomme de terre.
En los mediodías nos deleitamos con el pollo de campo a la parrilla, las apetitosas sopas de arveja, calabaza o verduras varias de la huerta, o un majestuoso osobuco braseado, solo por nombrar a algunos de los varios platos que disfrutamos.
Los postres, todos caseros; sean los helados, los dulces que los acompañan o la tarta tatin de manzana, son extraordinarios.
Y sencillamente excelsa es la propuesta del desayuno a la carta. Nuestros favoritos fueron los huevos en sus diferentes versiones, como los rancheros o el avocado toast con crema de ciboulette y huevo poché, acompañados con panes elaborados en casa y jugos recién exprimidos.
Para los tentados como @tripticity_ en las meriendas se puede probar la exquisita pastelería de la tarde.
Todos los que trabajan en la estancia se esfuerzan por lograr que la experiencia sea inolvidable, eso se nota y se valora. Por ello las felicitaciones a sus creadores, Raoul y Stéphanie Fenestraz y su familia, tanto como a su valioso equipo, liderado por Gabriela y acompañado por Eva, Orlando, los dos Sebastián, el sommelier Vicente, Marcelo, el chef Leo, Beto y Tomás, el gaucho Maxi, Nacho y todos los que hacen de El Colibrí un destino de primera.