El Porvenir
La bodega insignia de Cafayate
Ubicada en el centro de la tierra del sol, hoy a solo un par de cuadras de la plaza principal, El Porvenir es una de las bodegas que marcó el rumbo del exponencial crecimiento de los vinos de altura de Salta.
Junto a Tamara Herraiz, en el marco de su investigación para su libro Al Rojo Vino, visitamos la bodega que se define como familiar, oportunidad en la que conocimos a la lúcida mujer a cargo de tamaña marca. Lucía Romero, formada en Inglaterra y Francia, se planteó en sus inicios convertirse en una wine business expert y hoy, líder de El Porvenir, es una referente de las grandes ligas internacionales del vino.
Honramos su invitación y nos alojamos en Finca El Retiro, el hotel boutique de la bodega. Entre los prolijos viñedos una gran casona dispone de tres suites, en un ambiente en el que resaltan las pinturas de los ángeles arcabuceros -de la escuela cuzqueña- y un favorito de @tripticity_, las máscaras con fisonomía de animales autóctonos confeccionadas por artesanos de la comunidad chané, en el norte de Salta. Además, la finca dispone de un completo studio independiente y otra casa con tres cuartos, todo entre inmensos jardines de lavanda y líneas de viñedos.
Disfrutamos en su galería principal un rico desayuno, antes de partir hacia el recorrido por las plantaciones al sur de Cafayate, a la vera de la ruta 40.
Durante toda la visita, Lucía no escatimó información sobre los diferentes viñedos y cada etapa del proceso de creación de sus vinos.
Así, orquestó un primer paseo por las distintas tierras propiedad de El Porvenir. La mayor atención, ciertamente, se la llevó Finca Alto Los Cuises, por su natural belleza y su ubicación algo recóndita: una unión del cordón montañoso de la Sierra de Quilmes donde se genera un microclima muy particular, con vides rodeadas de toda cantidad de cardones, palmeras e higueras. Allí se producen las cepas de sus vinos de más alta gama. El riego se formaliza mediante antiguas acequias que dan cuenta de la presencia de las civilizaciones prehispánicas en el lugar, cursos que transportan agua de manantial proveniente de las alturas, lo que agrega otros matices a su ya de por sí alta calificación.
La vista del valle calchaquí en Alto Los Cuises es magnífica. La aparición de cabras salvajes bajando las filosas laderas, los zorritos que cruzan los rústicos caminos o los escurridizos cuises que abundan en la zona evidencian las bondades de ese entorno conservado en su estado más puro.
Luego de ese tour nos aprestamos a recorrer la bodega, que se asienta en un remodelado inmueble céntrico de gruesos muros de adobe. Las antiguas vasijas y barricas de quebracho se mantienen bien conservadas y están alineadas en un bello corredor para el disfrute del visitante. Sin dudas, un pequeño museo histórico de la industria del vino salteño.
Seguimos por un paseo por las salas de tanques, de etiquetado y de guarda, todo impecable y bien dispuesto.
Para el final, ingresamos en una cava de piedra en la que se atesoran las barricas de roble y las botellas de las vendimias anteriores, la primera de ellas hace 20 años. En 2022 El Porvenir celebró su vigésimo aniversario, lo que da cuenta del camino recorrido por sus vinos y por su joven alma mater.
Para cuando nos sentamos en la sala de degustación, Lucía nos fue adiestrando con sus botellas más emblemáticas, arrancando por el torrontés. Fue entonces cuando nos relató que en El Porvenir son fanáticos de esta cepa blanca, histórica de Cafayate. Y que por ello se animan a intentar con nuevas versiones un tanto más innovadoras.
Lucía nos confesó, con toda confianza, sobre el desafío que es liderar la gran empresa creada por su padre, en una coyuntura siempre difícil como es la economía argentina. Eso mientras catábamos el Naranjo de la línea Pequeñas Fermentaciones, audaz e innovadora; el Ícono, emblema de la bodega, etiqueta que es desde hace años una de las más prestigiosos de la región; y, para terminar, el sublime Parcela de Finca Alto Los Cuises, soberbio, magnífico.
Para entonces ya era el mediodía, por ello raudamente nos dirigimos al desarrollo de real estate, también de los más espléndidos del norte argentino, La Estancia de Cafayate, para unirnos al almuerzo familiar. El banquete fue una opulenta paella con pollo y conejo, al estilo tradicional valenciano, preparada por Juan Carlos, el papá de Lucía, en una gran paila. Fue toda una escena contemplar el final de la cocción, cuando la preparación burbujeaba uniformemente formando la “raspadera”, es decir el socarrat.
Para cuando nos sentamos en la mesa, solo restaba relajar, disfrutar del manjar de domingo y de la afable charla con los hospitalarios anfitriones, mientras armonizábamos la experiencia con los excelentes vinos de El Porvenir y el delicioso aceite de oliva homónimo. Para coronar la jornada, fuimos invitados a saborear la fabulosa grappa, el último proyecto de la bodega que, no dudamos, llegará también a lo más alto de la mano de Lucía.