Corrientes

Paisajes, sabores y tradición 

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El ingreso desde la vecina provincia de Chaco, a través del puente General Belgrano, es impactante e inolvidable, especialmente para quien ve el río Paraná por primera vez. Si en cambio se llega por la ruta nacional 12 desde Posadas, la capital de Misiones, el ingreso no es menos placentero: un stop en Ramada Paso o cualquier otro pueblo ribereño de los alrededores, donde se ofrezca al paso un chipa m’boca recién salido de las brasas, bastará para enamorarse de Corrientes antes del primer contacto. 

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La ciudad es prolija, limpia y cuidada. Sus casas y edificios bien terminados. Sus iglesias, de principios del siglo XX, son bien características. La catedral se destaca por la simpleza de sus muros sin ornamentos y por su alta columnata grecorromana. Como casi en toda plaza principal, los edificios públicos se adueñaron de la escena. 

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Sin dudas la atención máxima, tanto para locales como visitantes, se la lleva la Costanera. Por un lado, el paisaje que ofrece la mejor vista al río y, por el otro, la variada oferta gastronómica que invita a disfrutar de esa gran explanada. Para @tripticity_ su favorito fueron los tragos al atardecer. 

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Sí, en la tarde de un sábado caminábamos en búsqueda del mejor lugar para contemplar el crepúsculo cuando nos encontramos con el Museo de Ciencias Naturales, que si bien se encontraba cerrado, las mesas de su Cafetería Amado explotaban de correntinos que disfrutaban de los 25 grados al aire libre. Más al fondo, ya al lado del río, hallamos Animal Bar de Fuegos, en el que de casualidad logramos hacernos de una mesa libre durante el happy hour de tragos. La actitud del mozo fue una prueba de la amabilidad local, pues nos apuró a que la tomásemos sin dudarlo advirtiéndonos de que se ocuparía en cuestión de segundos. Y así fue: nos sentamos y en un suspiro se formó la fila de espera. Los spritz y la música en vivo del DJ con el Paraná a sus espaldas fueron memorables… tanto como las picaduras de mosquitos que acompañaron pero no arruinaron el momento. Es que la ciudad de Corrientes y la provincia toda son el paraíso de estos insectos en razón de su húmedo clima. 

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Esa tarde el sol se puso justo detrás del puente Belgrano, por lo que decidimos acercarnos a la playa para ver cómo el astro, de un precioso rojo ardiente, hacía su performance. Una de esas descollantes obras de arte que la naturaleza no para de ofrecer a los ojos de quien sabe valorarlas. Pronto el cielo se tiñó de naranja, rosa y violáceo. Fue todo un show de luces cromáticas. Los mosquitos obviamente seguían haciendo de la suyas: no hubo (ni habrá) repelente a prueba de sus ataques. 

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Tanto fue el disfrute que al día siguiente nos aprestamos para repetirlo, pero esta vez las nubes cubrieron el cielo por lo que el sol quedó escondido y su puesta, malograda. Igualmente la vista del enorme espejo de agua y los cambiantes colores del cielo bajo el tamiz de las finas nubes que lo recubrían hicieron su parte. Por algo los chamigos correntinos seguían disfrutándolo. Era día de elecciones nacionales, sin embargo, ¡allí no regía veda alguna! La gente disfrutaba tanto del clásico mate o el tereré como de la pecaminosa cerveza. Los locales de venta de chipa, por supuesto, explotaban. 

Es que lo más rico que ofrece la ciudad es sin duda su característico panecillo de harina de mandioca mezclada con quesos, preferentemente de esos que se venden en los carritos callejeros. @tripticity_ hizo un recorrido para degustarlos, en una frenética cata de chipacitos, tanto en las panaderías de barrio y en los puestos al paso como en los bares más bonitos y recoletos. 

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La variante m´boca fue la favorita. La masa es adherida a una caña de tacuara o de hierro y colocada directo a las brasas, mediante un simpático sistema giratorio que logra una perfecta cocción uniforme. El nombre significa torta revólver en guaraní, pues era asociado con el cañón de las armas. Es crujiente y esponjoso al mismo tiempo. Su versión rellena con jamón y queso es simplemente una bomba, y ese calificativo queda corto para el de mortadela y queso. 

Otra opción es el pan de maíz con choclo al estilo de la sopa paraguaya, el chipa guazú. 

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Para alojarse, La Alondra Casa de Huéspedes fue nuestro gran hallazgo. Altamente decorada con muebles vintage de estilo junto con objetos industriales reciclados. Su biblioteca en el ingreso y la sala de estar de la planta alta invitan al descanso.

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El jardín, rodeado de árboles, es el hogar de los pájaros de la zona, algunos de pecho rojo y otros de un amarillo dorado que acompañaron con su canto a @tripticity_ en el solárium, luego de un chapuzón en la pileta para refrescar las almas. 

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El bistró y el bar del hotel ofrecen tragos de autor de muy buena manufactura, siendo el cocktail Alondra Spirit un claro ejemplo. Lo preparó su barman Franco Porcel, a base de bourbon con almíbar de jengibre y miel, coronado por un par de cerezas. Un exquisito y refinado elixir. 

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Muy cerca de la ciudad, Santa Ana de los Guácaras se va convirtiendo en una zona pujante, con una variedad de food trucks en su arco de acceso que ofrecen platos y tragos de buen nivel. La chipacería y pastelería Lo de Juan, a pocos metros de allí, es otro recomendado.

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La visita a la plaza principal del pueblo es una invitación al pasado: construcciones del tipo colonial, fachadas antiguas -algunas con recovas- y una capilla de un blanco inmaculado de fines del siglo XVIII. Para rematar, a la salida del pequeño pueblo un tren a vapor frente al parque se muestra como el lugar perfecto para el disfrute de los niños que la visitan.

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En Corrientes se percibe una arraigada identidad, no por nada fue una de las provincias fundacionales de la Argentina. En nuestro caso, que también nacimos en una región con un muy marcado sentido de pertenencia, saltó a la vista esa similitud. Su gente, su historia y su cultura son bien características y definen una tradición local muy sólida. Así como Salta tiene su música, Corrientes tiene la suya; en Salta lo propio es la zamba, en Corrientes el chamamé. Además del rol trascendental de los gauchos en la construcción de lo que hoy es nuestra patria, en el ADN correntino tiene un peso muy fuerte la influencia guaraní y otro componente, también muy importante, es el río Paraná, casi como los cerros de nuestra Salta, lo que contribuye a hinchar ese orgullo tan propio por esa tierra litoraleña. 

De regreso de las Cataratas, decidimos volver por un día a La Alondra, a la costanera y a Animal Bar de Fuegos. El sol esta vez no falló y su atardecer nos permitió despedirnos a la altura de la encantadora Corrientes. 

Encontrá toda la información y las ubicaciones en el siguiente mapa: