Colección Georg

Un tesoro incomparable

En lo alto de San Martín de los Andes, en donde la urbanización se mezcla con el bosque, asombra encontrar el edificio que alberga la Colección Georg. Diseñado por el arquitecto Ruben Sidoni y premiado en la Bienal de Arquitectura de Venecia del año 2012, combina altos paneles de vidrio, madera y piedra. Al primer vistazo su fachada ya da un indicio de que su interior atesora algo muy especial.

No contábamos con mucha data. En la previa, como pocas veces antes, habíamos preferido no avanzar en la investigación y queríamos llegar expectantes a este increíble lugar. Apenas una visita al sitio web de la Colección y poco, casi nada, de la historia familiar. Y ni bien ingresamos supimos que sería una tarde maravillosa. Una leyenda lo resumía todo: “A quienes les agrada lo bello y lo amable”.

La cita coordinada con Salomé era a las siete de la tarde, a plena luz del día, en el tórrido verano patagónico. Ella amablemente nos recibió y nos fue guiando por cada sala, sin perder detalle de los datos técnicos y las historias que completan la escena, sea de las pinturas o las fotografías expuestas, las vivencias personales de los artistas y de la intención puesta en cada una de las creaciones. 

El meticuloso relato de Salomé, la custodia de la Colección Georg, fue muy apreciado por @tripticity_. Es que la vida de los integrantes de la familia Miciu Nicolaevici resulta en sí misma fascinante. 

Konstantino Miciu Nicolaevici, artista oriundo de Moldavia (en el este europeo) y formado en Austria, emigró por los avatares de la Segunda Guerra Mundial a nuestro país junto a su mujer, Alexandra y sus dos hijos, Georg y Demetrio. 

Georg, nacido en Viena a causa del exilio, a diferencia de su padre no se formó en la academia, sino a través de la tradición familiar: un auténtico autodidacta. 

En efecto, fue especialmente Georg quien continuó la vocación paterna, transmitiendo incluso a varios de sus nueve hijos el don artístico; Emaús en la pintura, Eliseo e Isaías en la fotografía, y así. Es que la herencia marcó cual designio la vida de sus descendientes.  

El abuelo Konstantino se resistía a que su hijo se formase en la academia, fomentándole que siga su propio camino.  

La colección se compone en consecuencia de obras de todos ellos, cuidadosamente dispuestas en las distintas salas, formando un recorrido que permite apreciar la hermosura que circunda, es decir, cumpliendo la promesa formulada en la invitación. 

La naturaleza es quizás el tema principal, aun en aquellas producciones casi abstractas y de manufactura más contemporánea. 

En el caso de Emaús, sorprende el montaje en marcos, a cargo del mismo artista, que completan y potencian sus pinturas.

Estremece la perfección del acabado de las fotografías de Eliseo, quien utiliza una técnica de impresión denominada giclée, además de la fuerza de sus imágenes, sean los caballos galopando o la naturaleza extrema. Esa técnica fotográfica genera una ilusión óptica pues las fotografías parecen incluso como “dañadas” en láminas de plata. El método evita la utilización de vidrio por lo que las fotografías lucen todo su esplendor al natural. Otra particular técnica utilizada es piezography, que garantiza alta calidad en las piezas.

La pasión de Isaías por la pesca con mosca se hace presente en sus fotografías subacuáticas, en las que los peces observan al espectador casi escrutándolo. ¡Así se siente! Los nombres además con los que bautiza sus fotografías las fortalecen aún más, tal el caso de “Catch Me If You Can”, en la que el pez mira con ironía y cierta vanidad. 

Una foto tomada por Eliseo, a sus doce años de edad, mereció el premio del concurso abierto del Correo Argentino, razón por la que fue la imagen de un sello postal. 

Además, se exhiben piezas de artistas patagónicos, como Emiliano Céliz, cuyos trabajos en platería cincelada resultan asombrosos. 

Toda la visita se concreta mientras suena música de cámara, bajo la atenta recepción de Salomé, quién al notar que el visitante se muestra interesado ante alguna obra en particular, no duda en develar los secretos que esconde. 

En el medio de la sala que contiene la colección permanente de la galería, un piano de cola sobre una imponente alfombra en tonos carmesí se presenta como otro objeto de admiración. Es que todo en la Colección Georg es fino, bello, impecable, mientras que los vidrios del edificio permiten que el verde del bosque se incorpore como un elemento más de la propuesta. 

A quienes sepan apreciar la belleza, la armonía, el arte y el buen trato, la galería-museo espera al final de una empinada recorrida, lejos del bullicio y el frenesí de las zonas turísticas de San Martín de los Andes.