Casa Museo Barbarita Cruz
Un hotel boutique en casa de artista
Sobre la emblemática calle Lavalle, esa que conduce al circuito del Cerro de los Siete Colores de Purmamarca, una antigua casona, reconvertida en posada, abre sus puertas al visitante.
Es la casa de Barbarita Cruz, la célebre pintora, ceramista y coplera jujeña. Toda una institución de Purmamarca, fue una vanguardista en su época al disponerse a dar clases de artes plásticas a chicos y mujeres de su pueblo, en el marco de su extraordinario proyecto “Manos de Arcilla”, brindándoles mucho más que un oficio. Fue toda una gestora cultural de la Quebrada.
Ese espíritu inquieto y generoso quedó manifestado en su casa, la que supo recibir memorables visitas y dio cobijo a populares tertulias. Quizás ese pasado glorioso marcó para siempre el destino de aquellas paredes de adobe y explique la razón por la que hoy se ha convertido en un precioso hotel boutique.
Barbarita murió a los 93 años. Su sobrina, Susana Pariente, junto a su marido Eduardo Bosch, abrieron el hotel Casa Barbarita Cruz tras su retiro de la actividad laboral. Honraron la historia manteniendo las anchas paredes originales, los techos de vigas de cardón y caña, añadiendo lo necesario para ofrecer un alojamiento placentero. Las cuatro habitaciones muy bien decoradas miran al patio central de la heredad.
En la sala principal, esa que recibía las ilustres visitas de artistas, aún se conservan dos dibujos de manufactura del artista jujeño Guadalupe “Michi” Aparicio, ejecutadas durante uno de sus pasos por lo de Barbarita.
Además, se exhiben pinturas y dibujos de sus alumnos y de otros artistas que la visitaron, pues el trueque de obra parece haber sido el común denominador de esos encuentros. En la vitrina de la pequeña sala contigua se conservan los angelitos de cerámica característicos de su autoría.
Una mañana de sábado de otoño, mientras paseábamos por el precioso pueblo norteño, decidimos tocar el timbre de la casa sin demasiadas esperanzas. Para nuestra sorpresa, Eduardo abrió la puerta y nos dio la bienvenida. En eso apareció Susana, presta a sumarse al recorrido. Fue allí cuando nos revelaron que se encontraban en pleno proceso de ampliación del proyecto. Subimos las escaleras para conocer -aún en obra- las nuevas habitaciones con las que contará el hotel boutique. Allí en la planta alta se encuentra una terracita con la mejor vista a los cerros de Purmamarca. Ya entonces nos imaginábamos desayunando en ese majestuoso rincón, mientras los colores del amanecer andino regalan un arcoíris en el cielo. ¡Ojalá pronto se concrete ese deseo!