Camino de los artesanos

El original poncho salteño

Luego de pasear por Seclantás y de disfrutar la cocina ancestral que ofrece Casa Díaz, nos dispusimos a visitar a los célebres artesanos de El Colte.

Se llega por la traza que corre paralela a la Ruta Nacional 40, conectada directamente a la Provincial 42, es decir, el bellísimo paseo conocido como Los Colorados. Como escala del Parque Nacional Los Cardones, por fin pudimos saldar la deuda de conocer el pueblo textil más tradicional de Salta, ubicado en el centro exacto del Camino de los Artesanos.

Nuestra parada inicial fue el negocio de Paulina Francisca Canavides, quien nos contó cómo toda la familia participa en la producción de los tejidos. En su taller, destacan los premios y reconocimientos que recibió esta valiosa productora.

Un par de kilómetros más adelante, puntualmente ya en El Colte, delante de las casas divisamos ponchos, alforjas, mantas y pashminas de una gran variedad de colores y texturas, que pronto supimos que eran obra de la misma rama familiar: todos parientes del Tero Guzmán. Se trata del artista tejedor más conocido de la historia de Salta, cuyos ponchos salteños lucieron tanto los papas Juan Pablo II y Francisco, como así también varias celebridades de la Argentina y el mundo.

En la primera tienda al paso, a cargo de Eduardo Choque y su mujer Nilda Guzmán, hermana del Tero, @tripticity_ se tentó con un barracán, auténtico diseño norteño, que demanda habilidad por la dificultad de su manufactura.

A continuación, visitamos el puesto del hijo mayor del Tero, Arnaldo Guzmán, en el que los distintos puntos y técnicas nos fueron explicados.

Justo en frente, el negocio de su madre, Vitalia Herrera, quien haciendo honor a su nombre mostró vitalidad al enseñarnos sus creaciones y, también, mucha picardía al recordar los viajes de su marido a Cafayate. Nos ganamos su corazón cuando le contamos cuánto nos habían sorprendido las cortinas a la manera del poncho salteño que luce el Hotel Asturias, hechas por el Tero poco antes de su muerte, por encargo de don Susín Ávila. En eso, aparecieron otros dos de los doce hijos de Vitalia, dispuestos a emprender viaje hasta Colomé, en donde el campeonato de fútbol los esperaba: uno jugaba para el equipo de Molinos y el otro para el de Seclantás. Cosas que pasan en estos pequeños pueblos del norte argentino, que hablan tanto de lo deshabitado como de la fraternidad de su gente.

Vitalia resultó todo un personaje y nos instó persuasivamente a lucir sus prendas por lo que fue imposible no hacernos con una manta liviana de verano, de un bonito color cáscara de nuez.

Una última compra de una pashmina en lo del Terito Guzmán se imponía antes de emprender el retorno. Entonces sí, saciados con la valiosa adquisición, emprendimos el retorno orgullosos de ostentar prendas de los artesanos de El Colte, productos de laboriosa destreza y testimonio del ancestral arte de nuestra tierra.