Cabras de Cafayate

Establecimiento productivo en el Valle Calchaquí 

Cuando visitamos la Bodega Domingo Molina, en Yacochuya, supimos que en una siguiente escapada a Cafayate debíamos conocer Cabras de Cafayate.

A solo diez minutos de la plaza, el emprendimiento de la familia Domingo se define como una usina láctea con relevante producción de diferentes tipos de quesos de cabra y de vaca, todos de calidad superior. 

Antes del regreso a la ciudad de Salta, un fin de semana largo de agosto, llegamos sin demasiada expectativa, probablemente por la poca simpatía que le generan los quesos de cabra a @tripticity_.

Quizás por ello fue enorme la sorpresa, ni bien arrancó el tour por los corrales, cuando la brillante guía Liliana dio inicio al relato sobre el proceso productivo que tiene lugar en Cabras de Cafayate.

Con claridad y dinamismo nos permitió aprender sobre cada etapa, conociendo una a una las etapas de producción. Primero, visitamos el corral de las cabras jóvenes, que podría definirse como la etapa de los caprichos, pues demandan atención y mimos para mantener su salud y óptimo crecimiento, lo que garantiza una obtención de leche inmejorable. Nos explicó Liliana que el horario para la extracción de la leche no es fijo sino que depende del ánimo de ellas, las que -además- tienen gustos alimenticios bien exigentes; en efecto, no están dispuestas a comer cualquier pasto, no es igual si está muy verde o muy seco. Todo lo cual confirma aquel dicho que dice “…más loca que una cabra”.

También nos explicó sobre el sistema implementado para lograr que los chivos preñen a todas las cabras y no sólo a las más jóvenes y atractivas para ellos. Se introduce en el corral un cordero, con lo cual se genera un “efecto competencia natural” y que resulta en que el chivo sirve a todas las cabras sin hacer selección.

Además nos enseñó sobre la crianza y los métodos de sustentabilidad que utilizan en la finca. El estiércol generado por las cabras se aprovecha como abono orgánico insustituible en las viñas de Domingo Molina, en tanto que el orujo y las semillas de las vides que son desechadas en la bodega se convierten en rico y nutritivo alimento para las cabras.

Luego de visitar los corrales, pasamos a la inmaculada fábrica para comprender el proceso de manufactura de los quesos, tanto de cabra como de vaca.

Para la producción de un kilo de queso de cabra se requieren doce litros de leche, y si se pretenden quesos estacionados se requiere el doble; en cambio se logra un kilo de queso de vaca por cada diez litros de leche.

Nuestra visita concluyó con una degustación de tres tipos de quesos de cabra y tres de quesos de vaca, armonizados con un torrontés de la bodega Domingo Molina, todo en unas mesitas dispuestas afuera de la sala de exhibición. Se está construyendo un bar para aprovechar los bellos atardeceres cafayateños, no dudamos que una vez inaugurado ese espacio se convertirá en un éxito.  

Nos fuimos con el convencimiento, otra vez, de nunca hacerle caso a los prejuicios. Lo que pensamos sería una experiencia convencional terminó convirtiéndose en una hora maravillosa, tanto por lo que aprendimos con Liliana como por la degustación posterior, en la que, como siempre, @tripticity_ conoció un nuevo amigo de travesías. ¡Querido Bruno, te esperamos pronto de regreso por Cafayate!