Bodega Dal Borgo
La mejor terraza del Valle Calchaquí
Sobre la ruta 40, a mitad de camino hacia Animaná, Bodega Dal Borgo se asienta en la ladera baja de las Sierras de Quilmes, lo que le garantiza una de las mejores vistas del Valle Calchaquí. La construcción en altura, moderna y elegante, aprovecha ese privilegio con sus enormes ventanales y amplias galerías, donde el vino de calidad completa ese círculo virtuoso.
Llegamos allí casi al mediodía, junto a Tamara Herraiz de Al Rojo Vino, en un circuito de visitas a bodegas en busca de historias de mujeres emprendedoras. Era época de vendimia por lo que el trabajo de la cosecha estaba a pleno en las líneas de viñedos.
Nos recibió la encantadora y predispuesta Carla Dal Borgo, de profesión bióloga, quien se define como una multitask, ocupándose de todo aquello que resulte necesario. Sus padres, Isabel y Sergio compraron una veintena de hectáreas productivas para viñedos y, con el tiempo, la empresa fue creciendo tanto que decidieron apostar al emprendimiento familiar junto a su hermano, Facundo.
La bodega abrió sus puertas a mediados del año 2021, cuenta con maquinaria importada de primer nivel y funciona en un edificio cuya arquitectura resalta por lo vanguardista, sobrio y distinguido.
Su marca insignia es Almandino, nombre que responde al mineral granate típico de la zona. La línea Reserva lleva una etiqueta diseñada por la artista plástica Laura Asaro, quien evoca la tierra y los elementos de la naturaleza. Es que en Bodega Dal Borgo se nota un compromiso con el entorno que la rodea.
Ese mediodía nuestra visita estuvo guiada por la propia Carla, quien generosamente había convocado a otras dos grandes mujeres, la proactiva Raquel Humano y a la enóloga mendocina radicada en Cafayate Mariana Páez.
Raquel tiene junto a su hermano Jorge un emprendimiento familiar de vinos artesanales de autor, que lleva el nombre de Inicios. Tiempo atrás, gracias a un obsequio de Javier Ríos -quien sirve las mejores empanadas en su bodegón boutique Ampi- pudimos probar el Familia Humano Rosado de Malbec, por lo que fue una alegría extra conocer a quien fuera una de sus mentes inspiradoras.
Mariana, por su parte, dio vida a su vino personal bajo el nombre de Charata Wines. Charata es el nombre local que se le da a la pava del monte y en este caso designa a una edición limitada que surge de notables terruños del Valle Calchaquí, seleccionados por ella misma. Es toda una wine expert que muestra su cariño por la provincia que la invitó a ser su hogar permanente, y una gran hacedora de vinos: así lo demuestra su blend Tannat Malbec que degustamos durante ese sábado de marzo.
Recorrimos con ellas la Bodega Dal Borgo y luego disfrutamos de la picada que nos convidó Carla, majestuosamente preparada por los chicos de Ampi. Esas coincidencias del destino que confirman la veracidad del dicho popular... ¡Dios los hace y ellos se juntan! Un almuerzo prolongado y enriquecedor en el que las historias personales fueron compartidas entre todos los comensales, mientras degustamos sus vinos correspondientes.
El blend de Cabernet Franc y Tannat de Bodega Dal Borgo también nos resultó extraordinario, por lo que antes de partir nos hicimos de unas botellas para alimentar la pequeña bodeguita que @tripticity_ nutre en cada uno de sus viajes.
Nos volvimos con ganas de regresar en una próxima ida a Cafayate, quizás para la hora del atardecer, pues la vista de Bodega Dal Borgo resulta tan impactante como la calidad de sus vinos, y esa terraza nos parece predestinada a convertirse pronto en el mejor escenario para las puestas de sol cafayateñas. Desde hoy pasa a formar parte de la lista de imprescindibles de @tripticity_.