Barracas


La aventura que ofrece @gustatrips por el barrio de Barraca es absolutamente impostergable.

Se inicia en la avenida Montes de Oca, justo en la esquina del Hospital de Niños Pedro de Elizalde, el más antiguo de América, en el que otrora funcionaba la Casa de Niños Expósitos. Allí vivió sus primeros años Benito Juan Martín, antes de ser adoptado por los Chinchella y convertirse en Benito Quinquela Martín, uno de los más célebres pintores argentinos.

Durante el paseo, Gustavo se esfuerza por transmitir cada detalle de las fascinantes historias de los personajes que dieron vida al vecindario, sea la trágica existencia de Felicitas Guerrero, con la iglesia que lleva su nombre a pesar de no ser santa; sea la del francés Abel Saint, fundador del imperio del chocolate Águila, cuya fábrica es todo un símbolo de la pujanza industrial y la elegancia de las construcciones de principio del siglo XX; o sea la Casa de los Leones de los Díaz Vélez, donde durante la fiesta de compromiso de una hija, culpa de una reja mal cerrada, uno de los animales se escapó y se comió al prometido. En el jardín de la mansión aún hoy se conservan las esculturas que mandó a hacer el singular dueño tras la tragedia

Además de los relatos, Gustavo ofrece descubrir obras de destacados artistas y apreciar joyitas de la arquitectura, como las casas masónicas con su icónica simbología, con la de la escuadra y el compás como notables elementos.

En lo artístico, resaltan entre tantos el mural de la gran Milu Correch, en San Antonio y Alvarado. Simplemente descomunal. Las figuras en gran escala, los poco frecuentes tonos utilizados, el mensaje, la perfecta composición.

El estilo hiperrealista y en 3D del mexicano Juandrés Vera se avizora en la chica con el mate cerca de la esquina de Suárez y Gaspar Melchor de Jovellanos.

Obviamente se transita también por la avenida Iriarte. Allí, resultan imperdibles su vieja farmacia, la casa del Circuito Cultural Barracas con su Teatro Comunitario, así como el ya famoso Central Park, un arco iris en una ex imprenta que se convirtió en el atelier de los artistas contemporáneos más reconocidos de Buenos Aires. La multicolor fachada fue creación de Pérez Celis y de allí en más todo el arte sobrevino.

Una conmoción sucede al llegar cerca del puente ferroviario, sobre la vía Brandsen. Es el pasaje Lanin, un corredor diseñado por el enorme Marino Santamaría, quien transformó su calle en un museo a cielo abierto. Para fortuna de @tripticity_ el artista nos recibió generosamente en su taller, nos mostró su obra y compartió una charla memorable.

El final, cerca del puente Pueyrredón, permite apreciar el mural más grande del mundo hecho por un único artista. El regreso de Quinquela, manufactura de Alfredo Segatori es una descomunal obra maestra frente al Riachuelo, Mide más de dos mil metros cuadrados y narra escenas representativas del barrio, tal como lo hizo Quinquela el siglo pasado: trabajadores portuarios, fábricas o depósitos industriales, la vida obrera y por sobre todo los retratos de los propios vecinos del lugar.

Todo esto en un lapso que puede extenderse -sin querer queriendo- a las cinco horas, tras las cuales, pese al cansancio en las piernas, el ánimo vuela ante tanta belleza, con la sensación de haber vivido un día inolvidable, de esas experiencias que superan lo real y pasan al podio de las mejores fábulas por recordar.